Existen dos maneras de ejercer nuestro papel como arquitectos en la sociedad de hoy: vender creatividad o resolver creativamente.

Vender creatividad, es pensamiento es el más común, donde todo gira en torno a nosotros y nuestro trabajo, por lo que está relacionado con recibir primero. Por otro lado, está la posición de resolver creativamente, en este todo gira en torno a las personas a las que servimos, sus problemas, preocupaciones e inquietudes, diseñando y ofreciendo un servicio singular y valioso para ellos, entendiendo que cada cliente es único con una forma y necesidades únicas. por lo que se relaciona fuertemente con dar primero. 

Tú, como arquitecto, ¿vendes creatividad o resuelves creativamente? Estas dos perspectivas definen como nos estamos posicionando y representan además el paradigma en el cual vivimos como gremio donde los arquitectos estamos en una constante dicotomía sobre nuestra formación en la escuela y las necesidades del mundo real.

Vender creatividad, tiene una perspectiva donde la figura del cliente de quien apenas se habla, viene a ser representada como un obstáculo, como alguien que viene a ponernos límites. Es verdad que tenemos un fuerte componente creativo, pero no debe ser el centro de nuestra carrera. El propósito de este primer planteamiento, no es más encontrar la aprobación en forma de clientes, o de reconocimiento a través de nuestros proyectos. Esta manera de ejercer nuestra carrera no solo es egocéntrica sino también improductiva tanto para el cliente que termina insatisfecho por no ser escuchado, y para nosotros mismos, lo cual se refleja en la poca producción de proyectos ejecutados. 

Lo que necesitamos realmente es transformar nuestra actitud hacia el mercado, dejando de centrarnos en el edificio y pasar a solucionar los problemas que a esas personas les importan. En Aram, nos hemos comprometido con el proyecto de vida de nuestros clientes y estamos en la constante búsqueda de diseñar un servicio que ayude a resolver el problema con la necesidad que tengan en base a un planteamiento empático.  

Identificamos en primer lugar que realmente la gente no necesita una casa, sino lo que esa casa o ese espacio específico le garantiza, le aporta, bien sea: estatus, sensación de seguridad, sensación de bienestar, mejorar la calidad de vida, rentabilidad, un activo, una inversión, un bien fututo familiar, etc. Nuestros proyectos solo son un medio para alcanzar ese fin, definido por los clientes y a lo que esa persona aspira y necesita finalmente.

Hasta que nosotros como arquitectos no interioricemos esta idea seguiremos saliendo al mercado a vender proyectos y no soluciones. Dentro de nuestro estudio de arquitectos y equipo de trabajo, promovemos este planteamiento y redefinición de escuchar cuales son los sueños y deseos que tienen las personas para ponernos en servicio del mismo.

Hacemos un llamado a analizar sobre la contraposición de estos dos planteamientos. Es necesario reflexionar y cambiar nuestro paradigma de vender nuestra creatividad y volcarla en atender y resolver creativamente, poniendo en primer lugar a la gente, a nuestra sociedad, y en función de esto escucharlos y entender lo que realmente les está preocupando.

Saber conectar con los deseos y los sueños de las personas, para nosotros poder utilizar nuestro trabajo como un vehículo para ayudarles a llegar ahí, es la habilidad más importante que una persona puede adquirir. La sociedad nos necesita. Dejemos a un lado nuestro egocentrismo y salgamos a encontrar el sentido real de nuestro trabajo, escuchando lo que hace falta.  

Desde Aram, los animamos a que descubramos esta manera de ver el mundo, estas formas de comprender el mercado, comprender el mundo en el que nos movemos, ¿Por qué alguien adquiere algo? ¿Cuál es el motor que hay detrás? Hoy más que nunca, es el momento de desarrollar nuestra empatía y salir a buscar problemas que necesitan ser atendidos. 


Autor: Marcela Vásquez Fuentes

 Arquitecta en Aram Arquitectos